En medio de un contexto económico diferente al último sexenio en cuanto a relaciones económicas generadas por los beneficios del T-MEC, empresarios mexicanos han comenzado los preparativos para la nueva convocatoria del tratado de libre comercio.
Antes de entregar el poder a su sucesora Claudia Sheinbaum, Andrés Manuel López Obrador había dejado encauzada la idea del trabajo del Cuarto de Junto, mecanismo que integra al gobierno mexicano y al sector privado, que participa en “las negociaciones para todas las cuestiones técnicas” que durante años ha potenciado el intercambio económico de varias naciones con México y que desde hace unos meses trabaja estrechamente con la Secretaría de Economía en la organización de los detalles previos a la revisión del T-MEC.
Para la economía mexicana y para los representantes del sector privado esta será una etapa decisiva, teniendo en cuenta el contexto económico y político que vivirá durante los próximos cuatro años la nación norteamericana con la llegada nuevamente al poder de un Donald Trump, que se ha mostrado con intenciones comerciales más proteccionistas con respecto a su mandato anterior, y una posición de algunas provincias canadienses que se han pronunciado por desechar a México del T-MEC.
Pese a este escenario, los empresarios mexicanos se mantienen trazando estrategias para fortalecer las relaciones económicas con ambas naciones gracias a este acuerdo comercial. Una de ellas es la creación de grupos de trabajo que se encargarán de la revisión de aspectos importantes como la protección a las inversiones y mecanismos de solución, el acceso a mercados y reglas de origen y el desarrollo de mipymes.
El futuro del T-MEC
Cifras ofrecidas por el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) muestran que el T-MEC aporta al menos el 50% del PIB, por lo que mantener las relaciones comerciales entre los implicados constituye la mejor opción para nuestra economía.
Empresarios del sector privado han entendido esta premisa, y por ello se han aliado tanto al sector público como a organismos gubernamentales, reconociendo que el trabajo en conjunto puede garantizar que se mantengan los beneficios económicos por varios años.
Además, señalaron que, si bien pueden existir algunas diferencias políticas, esto no debe constituir un freno para aumentar las relaciones económicas, es decir, deben encontrarse puntos medios en los que salgan beneficiados todos los involucrados.
Por el momento solo resta esperar. Las conversaciones sobre este tratado con el presidente norteamericano comenzarán en febrero, aunque la negociación del mismo comenzará meses después, a mediados del próximo año.