Originaria de Pachuca, Ana encontró en el yoga una luz en su vida desde una temprana edad. A los 17 años, se trasladó a Querétaro para estudiar fotografía, pero fue en este momento difícil cuando el yoga entró en su vida. A través del yoga, Ana encontró una conexión profunda consigo misma y con el mundo que la rodea. Con el tiempo, esta práctica se convirtió en su pasión y su propósito. Después de estudiar comunicación y pasar un tiempo en Argentina inmersa en el mundo del yoga, Ana regresó a Querétaro para impartir clases y compartir los beneficios que había experimentado.
El viaje de Ana hacia el emprendimiento comenzó cuando regresó a Pachuca, donde eventualmente fundó su propia escuela de yoga. A pesar de los desafíos económicos y personales, Ana perseveró, y su escuela creció y se convirtió en un espacio acogedor para aquellos que buscaban sanar sus mentes y cuerpos a través del yoga. El embarazo de su hija Lucía no detuvo a Ana en su camino hacia el éxito. Con determinación y apoyo familiar, continuó dando clases hasta el último día antes de dar a luz, demostrando su compromiso con su pasión y su capacidad para equilibrar la maternidad y el trabajo.
Hoy en día, Ana tiene metas ambiciosas para el futuro de su estudio de yoga. Planea expandir su alcance a Omitlán y más allá, con la esperanza de compartir los beneficios del yoga con aún más personas. Para Ana, el yoga va más allá de una simple práctica física; es una filosofía de vida que promueve la conexión con uno mismo y con los demás, y ella está comprometida a compartir esta filosofía con el mundo. En un mensaje inspirador para otras mujeres que aspiran a emprender, Ana enfatiza la importancia de seguir adelante a pesar del miedo y las dudas. Con pasión y determinación, cree que cualquier cosa es posible.
En la Colonia Morelos, Heroico Colegio Militar Número 700, se encuentra el hogar de Yoga Integral, donde Ana comparte su pasión y su conocimiento con aquellos que buscan un camino hacia la paz interior y la plenitud.