Peso débil: Una oportunidad para contrarrestar el impacto de los aranceles en México

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La reciente guerra de aranceles entre Estados Unidos y México ha puesto a la economía mexicana bajo una fuerte presión, sin embargo, algunos analistas consideran que la depreciación del peso podría ser una estrategia temporal para aliviar los efectos de las tarifas arancelarias impuestas a los productos exportados por México.

En un escenario de incertidumbre por la duración de estos aranceles, los especialistas consultados por EL CEO advierten que aunque la depreciación del peso podría ser útil en el corto plazo, un debilitamiento prolongado de la moneda mexicana podría derivar en un aumento de la inflación, lo cual afectaría negativamente a los consumidores y a la economía en general.

La depreciación del peso y su efecto en las exportaciones

James Salazar, subdirector de análisis económico de CIBanco, explica que a pesar de los efectos negativos que los aranceles pueden tener sobre las exportaciones mexicanas, el tipo de cambio podría ayudar a mitigar estos impactos. Según Salazar, cuando el valor del peso se reduce frente al dólar, los productos mexicanos se vuelven más baratos para los consumidores y empresas estadounidenses. Esto se debe a que, aunque los aranceles aumentan los precios de las mercancías, un dólar más fuerte permitiría a los consumidores en Estados Unidos adquirir más productos mexicanos.

“El valor de las mercancías cuando cruzan la frontera está en dólares, entonces si el peso pierde valor frente al dólar, en términos generales es más barato para el consumidor y las empresas estadounidenses comprar bienes mexicanos”, explicó Salazar.

Este efecto podría resultar crucial para que México mantenga su competitividad en el mercado estadounidense, especialmente en momentos de tensión económica como los actuales.

Alejandro Saldaña, economista en jefe de “Ve por Más”, destacó que el tipo de cambio funciona como una variable de ajuste. En un sistema de libre flotación, el tipo de cambio absorbe parte de los impactos derivados de la aplicación de aranceles, como la caída en las exportaciones, la reducción de inversión y el estancamiento del crecimiento económico.

“Una depreciación del tipo de cambio evitaría que las exportaciones mexicanas pierdan demasiado atractivo en el mercado estadounidense y, por ende, no percibamos en México una muy dramática contracción en la demanda externa”, añadió Saldaña.

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El efecto de la depreciación en el mercado interno

La depreciación del peso no solo tendría efectos en las exportaciones, sino beneficiaría al mercado interno. Según Saldaña, el encarecimiento relativo de los bienes importados haría que los consumidores mexicanos prefirieran productos nacionales sobre los de origen extranjero, lo que podría generar una ligera reactivación en ciertos sectores productivos del país.

Este beneficio no estaría exento de riesgos. Si el conflicto comercial se prolonga, la depreciación del peso podría intensificarse, lo que generaría presiones inflacionarias. Según Salazar, en un escenario donde México no logre evitar la aplicación de aranceles más prolongados, el tipo de cambio podría alcanzar niveles cercanos a los 21.50 o 21.60 pesos por dólar, e incluso podría superar los 22 pesos por dólar si la guerra de aranceles persiste.

A esto se suma el riesgo de que una apreciación del dólar por encima de los 25 pesos por unidad afecte aún más los precios internos, desestabilizando la economía mexicana. Gabriela Siller, directora de análisis económico de Banco BASE, destacó que un tipo de cambio elevado, cercano a los 26 pesos por dólar, sería necesario para compensar los efectos de los aranceles, pero al mismo tiempo provocaría aumentos significativos en los costos de los productos mexicanos destinados a la exportación, lo que podría generar presiones inflacionarias en el país.

El impacto de la depreciación en los exportadores mexicanos no es homogéneo. Según el equipo de análisis de Banamex, aunque una depreciación del peso ayuda a mitigar parcialmente los efectos de los aranceles sobre las exportaciones, no compensa completamente el aumento de los costos internos. En particular, sectores como el automotriz, que dependen de insumos importados, se verían perjudicados por el encarecimiento de las autopartes y otros componentes esenciales para la producción.

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